Apreciar
o no apreciar, he allí la cuestión. La frase podría
igualmente tomarse con «Medir o no medir», pero más
allá de esta semejanza estructural en cuanto a la retórica
al estilo Shakespeare, la «apreciación» y la
«medición» corresponden a un objetivo idéntico:
el hallazgo de la verdad.
La
verdad. Los aspectos del Universo, todo lo que es posible tener una
idea que es real, presentan siempre evidencias. La verdad de un
aspecto radica única y exclusivamente en dicha evidencia. Por
ejemplo, se tienen cinco piedras encima de una mesa y se pretende
evaluar si son efectivamente cinco las piedras allí. Uno como
«medidor» procede a determinarlo a través de un
método para tal situación. El método es,
teniendo entendido lo que «cinco» quiere decir, de entre
muchos posibles, ir contando de una en una las piedras hasta terminar
con todas. Si realmente son cinco las piedras, la última debe
ser nombrada con la palabra «cinco» en virtud de que se
sabe primero va la palabra «uno», luego la palabra «dos»,
etc. Después de tanto, la prueba de la veracidad de la oración
«en la mesa hay cinco piedras» puede darse por cierta o
no.
Sin
embargo, se dijo que existen otras formas de acercarse a la
comprobación de la existencia de las cinco piedras sobre la
mesa en cuestión. Se procederá a generar entonces otro
método. Supóngase que en una sociedad dada, en lugar de
tener por entendido el orden de las palabras «uno»,
«dos», etc., se representa a cada uno de estos conceptos
por medio de imágenes. Entonces el «uno» se
representa por «\», el «dos» se representa
con «\o», etc. Al final, el «cinco» se
representa con la imagen «\o/ X». Dicha imagen en
realidad simboliza a una persona dedicando un abrazo. Que la sociedad
hipotética haya admitido este tipo de formas para expresar una
situación, la «apreciación» del «cinco»
particularmente, podría bien ser fortuita. Entonces, una
muestra afectiva termina por representar que existen cinco piedras
sobre una mesa. O viceversa, las cinco piedras ahora representarían
esta imagen amistosa.
Es
posible, dentro de nuestra naturaleza humana, que las verdades puedan
adquirirse así, a través de símbolos muy
diversos y métodos muy variados. Todo depende de la
conveniencia que tenga tal o cual método para comunicar tales
o cuales ideas. Incluso, como puede observarse de la sociedad
hipotética, no es que el primero de lo métodos
expuestos les pudiese resultar más conveniente, porque en ella
comprenden dicha verdad entorno a las piedras mucho mejor a través
del segundo método que de ella surgió. Entonces:
«Existen
diversos métodos de los cuales uno puede servirse para
adquirir la verdad.»
No
obstante esta implicación derivada de los ejemplos expuestos,
cabe preguntarse cómo se valida la validez de uno u otro
método. Esto es sencillo. Primeramente, el método
implica una forma de representación de la evidencia que la
realidad, el Universo, muestra. Después, tiene una forma de
corrección. En el primer ejemplo, con el método de
«cuenta y error», se tiene una forma de representar el
orden de las piedras, una después de otra, mientras se efectúa
la cuenta de uno en uno. En el segundo ejemplo, con el método
de «imagen y error», se tiene una forma de representar la
esencia numérica de las piedras, una imagen para cada
colección específica de piedras, mientras cada imagen
presenta una condición emotiva, sensible de recuerdos y
actitudes, para cada persona. En ambos casos existe la «prueba»
y el «error». La prueba es verificar, según
ejemplos y definiciones previas, si lo representado está de
acuerdo con la evidencia. El error consiste en detectar alguna
incongruencia con lo ya sabido de antemano.
Los
métodos de expresión de la verdad una vez teniendo
validez ayudan a asegurarse de que lo dicho o escrito, o pintado o
esculpido, o imaginado, entorno a cualquier aspecto de la realidad
sea verificado lo más verdadero posible. Se puede notar además
que la verdad no depende del método, sino de sí misma.
La evidencia nos lleva a la verdad, pero la evidencia sí
depende en su totalidad del método utilizado. Ahora, las
evocaciones que traigan cinco piedras, dependiendo del método,
también son independientes del hecho veraz. Si la amistad
reflejada con la imagen «\o/ X» es asociada a las cinco
piedras no parte del hecho de que las piedras sean cinco, sino de las
consideraciones que tenga dicha sociedad para la amistad. Igualmente,
si la expresión «cinco» no inspira nada no depende
del hecho de que sean cinco piedras en una mesa, sino de las
acepciones que se tengan socialmente entorno a la palabra en
cuestión.
Es
posible que algunas verdades sean difícilmente expresables a
través de ciertos métodos. El caso de las cinco piedras
es sencillo, sin embargo existen ejemplos más complicados en
la actualidad. La «Teoría de la relatividad» no
sería explicada en todos sus aspectos de una forma sencilla, a
través de imágenes concretas, porque la sociedad en la
cual las personas somos educadas no dirige la atención de esa
manera hacia un cierto tipo de verdades, sino de otras maneras, como
el simbolismo deductivo. La misma teoría podría
expresarse a través de una novela que revele todos los
aspectos referidos y referibles y no necesariamente acudir a los
hechos matemáticos de los cuales se vale la Física para
deducir dicha verdad. Es más, la verdad que expresa la teoría
de la relatividad es una verdad que no realmente se sabe si lo es. La
evidencia al momento justifica que sí es posible considerar lo
dicho o expresado por la teoría como verdadero, pero no se ha
constatado que ésta sea en todo caso cierta para evidencia que
hasta entonces no se conoce y pueda afirmar algo contrario a lo
previsto. Otros métodos no quedan exentos de esto: pueden
igualmente expresar verdades y más verdades supuestas, sin que
ello garantice que realmente tengan certeza.
Existen
otras verdades expresadas a través de la Literatura que no
necesariamente podrían asumirse así permanentemente. Un
caso notable es la exposición de la «soledad» a
través de una novela dedicada a dicho tema, «Cien años
de soledad». Si la soledad es o no una derivación de la
cotidianidad y de las frecuentes ocurrencias del mismo destino, puede
asumirse como una deducción completamente válida. Al
momento no hay otra obra técnica o estética que haya
logrado una consideración más general, o una
refutación, a la verdad de la soledad. No obstante, esto no
garantiza que la justificación simbólica propuesta para
dicho aspecto cierre las puertas a nuevas explicaciones. La evidencia
de todo no se puede tener, aunque es posible acercarse a ello
constantemente.
La
verdad, en principio, no tiene limitaciones expresivas. Se ha
mostrado con los ejemplos sobre las cinco piedras que simplemente
somos nosotros los limitados a dichas formas diversas, en ocasiones
convenientemente, pero a la larga no necesariamente. La
diferenciación de los métodos entorno a la verdad no
puede llevarnos sino a la desatención de todas las
posibilidades para aprehender el conocimiento. Muy posiblemente la
mayoría, si no es que todos, los problemas de comunicación,
la causa fundamental de la violencia, provengan de la aniquilación
(inintencional casi siempre) de la distintas formas de verificación
o de entendimiento de la verdad. Muy probablemente, si no es que
seguramente, los problemas educativos, de estudio y aprendizaje,
provengan de la misma forma de ignorar todas nuestras posibilidades
metodológicas. Ensayar la búsqueda de distintas
demostraciones de una misma verdad nos lleva a la corroboración
de la misma, o bien a la refutación de ésta y a la
mejora de los métodos en un sentido o en otro.
Porque
si de alguna forma Albert Einstein acudió a las suposiciones
casi fantásticas, literarias, para poner a prueba las ideas de
la mecánica newtoniana, fabulando suposiciones entre
observadores y observaciones, lograría detectar las
incoherencias de la teoría de Newton y, nuevamente acudiendo a
su expectante Matemática lograría establecer una
explicación más amplia de la naturaleza del Universo. O
bien, si formalizando a través de símbolos casi
equivalentes al Álgebra es posible detallar los fundamentos de
la soledad de Gabriel García Márquez y llegar a nuevas
consideraciones entorno a la misma, o comprobar que lo dicho
efectivamente es cierto, entonces puede renovarse la Literatura desde
sus cimientos, o consolidarse como uno de los métodos por
excelencia, al igual que la Física y el Cálculo.
La
«apreciación» y la «medición»
pueden constatarse como métodos de adquisición de la
verdad. Métodos que en realidad, de acuerdo con lo dicho
anteriormente, pueden complementarse y, terminando con la disyuntiva
inicial, llevarse a cabo como las mejores herramientas en contra de
la ignorancia. Una que, irónicamente, podemos ignorar para ser
más humanos, menos bestias y quizá algún día,
todo lo que queramos.
25
de Marzo de 2013